martes, 27 de junio de 2017

Memorias de estado sólido (SSD): desde su origen hasta hoy

Ya no es raro que cuando vamos a una tienda a comprar un PC o un portátil, el dependiente nos informe, como gran novedad y muestra de que están a la última, que en vez de un disco duro magnético, nuestro nuevo y flamante portátil tiene un disco duro de estado sólido.
La primera experiencia que la mayor parte hemos tenido con memorias de estado sólido, SDD en sus siglas en inglés, fue con las memorias USB y las tarjetas de memoria para smartphone y cámaras de fotografía digital.

Ventajas y desventajas de los discos duros SSD

En esencia, las memorias SSD son memorias no volátiles, siendo una de esas memorias SSD la memoria flash. Las ventajas de tener un disco duro SSD y no magnético son muchas. Una de las más evidentes es la mayor resistencia a los golpes.
Además, un disco duro SSD es mucho más silencioso que un disco magnético tradicional. Debido a que no tienen partes móviles, el acceso a datos es mucho más rápido y la latencia también se reduce. Cuando hablamos de latencia nos referimos al tiempo que tarda el dispositivo, en este caso un disco duro, en reaccionar ante una orden.
Eso es muy importante cuando hablamos del tiempo que se tarda en cargar el sistema operativo y por tanto, de la velocidad con la cual podemos comenzar a trabajar.
Pero en los discos duros SSD no todo son ventajas. Entre sus principales inconvenientes se encuentra que su vida útil es más corta, debido a que el número de ciclos de escritura es mucho menor.
Los discos SSD también son más proclives que los discos duros magnéticos a la pérdida total de información que en ellos hay alojada.
En cuanto a la interfaz, los discos duros SSD pueden utilizar el mismo interfaz SATA que los discos duros magnéticos. Eso hace que su instalación en un ordenador de sobremesa o portátil sea muy fácil, y su sustitución también.

Del disco duro magnético al de estado sólido

Desde el año 2010, la mayoría de los discos duros SSD son memorias flash de tipo NAND, lo que permite mantener guardados los datos sin necesidad de que se administre una corriente eléctrica.
En estos momentos, lo más habitual es la existencia de discos duros híbridos, también llamados HHD en sus siglas en inglés. Estos discos duros híbridos ofrecen la fiabilidad de un disco duro magnético con la velocidad que solo puede imprimir una unidad de memoria SSD.
A pesar de las ventajas y las desventajas que tiene el SSD, la realidad, es, al menos por el momento, que se trata de una tecnología que ha llegado para quedarse y esto se puede hacer extensible tanto para ordenadores de sobremesa como para portátiles.
Como ya hemos indicado, una de las principales ventajas, y algo perceptible casi de inmediato, es la rapidez que tiene un disco duro SSD frente a uno magnético.
Es esta alta velocidad lo que permite llevar a otra dimensión el uso de aplicaciones, sistema operativo y sobre todo el acceso a datos.

¿Tiene futuro el SSD?

Aunque nadie puede asegurar totalmente que los discos duros de estado sólido vayan a convertirse en el futuro del almacenamiento, es muy probable que sí.
Los indicios informan que el estándar se está consolidando por las ventajas que ofrecen ante otro tipo de tecnologías de almacenamiento masivo.
Una de esas ventajas es que, aunque todavía no han alcanzado la capacidad de almacenaje de los discos duros magnéticos, en muy poco tiempo han ido sumando terabytes.
Por otro lado, los precios, que en un primer momento fueron prohibitivos, con el mayor uso de esta tecnología se han ido moderando, haciendo más económica esta opción de almacenaje de datos.
En este sentido, en poco tiempo, hemos pasado de un precio de un euro por cada gigabyte de almacenamiento SSD, a pagar ahora un euro por cada cuatro gigabytes del mismo tipo de almacenamiento.
La consolidación de los discos duros SSD va a depender de la mejora de las NAND, ya que a día de hoy, no existen grandes diferencias en el uso de un disco duro SSD, ya sea utilizando un protocolo NVMe o un protocolo SATA.